domingo, 22 de marzo de 2015

De Sto. Domingo de Silos a Huerta de Rey

Hola amigos !

Hoy, antes de partir hacia Huerta de Rey, he acudido a la Abadía de Silos, a Laudes, para oír de nuevo canto gregoriano. Oyéndoles con los ojos cerrados, puedes trasladarte a la Edad
Media y sentir la magia de esa época. Hacia la mitad de la celebración litúrgica, los monjes hacen una pausa de unos minutos en sus cantos, una pausa de reflexión. El silencio en la Abadía es total, hasta el punto de tener la sensación de poder oír ese silencio. Poco antes de finalizar los salmos, las luces se apagan y la iglesia queda a oscuras, apenas un poco de luz del exterior. Nuevamente un silencio total. Es un momento especial. Después, uno tras otro, los monjes benedictinos van desapareciendo ordenada y lentamente por la parte posterior del altar.

Tras el oficio religioso he intentado sellar mi salvoconducto en la Abadía. He hablado con uno de los monjes, un hombre joven muy amable, pero me dice que ahora no puede ser, que sus compañeros se han retirado a desayunar. Me pide que vuelva a Tercias, a las 9:15h

A la hora indicada, entro de nuevo en la iglesia. Los monjes están ya en el Presbiterio, alrededor del altar, ocupando sus sitios. Voy hasta las primeras bancadas para verles y oírles de cerca. El monje joven que estuvo hablando conmigo me hace una seña y me pide que suba al altar. Me quedo parado, sin saber que hacer. De nuevo me hace una seña y me pide que vaya con ellos. Por fin reacciono y subo al Presbiterio lentamente, tratando de asimilar la situación a medida que avanzo. Me acomodan entre ellos y me dan los impresos de los salmos que van a cantar en el oficio religioso.

Monjes de Santo Domingo de Silos
Comienzan... Estoy totalmente desconcentrado. No soy capaz de seguir la interpretación, ni en latín ni en castellano. Me siento abrumado, pero el canto gregoriano impecablemente ejecutado por los monjes me va calmando y me voy haciendo con la situación. Esta música transmite una paz increíble.

Finalmente he sido capaz de cantar con los monjes de Silos y, aunque no debería de ser yo quien lo diga, puedo asegurar que lo he hecho bastante bien, creo…

Acabado el oficio religioso, el joven monje se ha acercado de nuevo a mí. Me estrecha la mano cordialmente y hablamos un rato. Después me ha puesto en contacto con otro religioso, para que me selle el salvoconducto de “El Camino del Cid”, cosa que ha hecho transcurridos unos minutos.

He salido de la Abadía completamente feliz por haber tenido el honor de cantar con los monjes benedictinos de Silos. Desde aquí quiero dar las gracias a todos ellos. No lo olvidaré nunca.

Santo Domingo de Silos
Atrás va quedando la Abadía y sus 27 monjes. Hoy es domingo. Mientras me alejo de Silos montaña arriba, comienzan a repicar sin cesar las campanas de la iglesia, durante varios minutos. Son las 10:30h. Es posible oírlas con claridad a kilómetros de distancia.

Cantar:
La missa dicha, pensemos de cabalgar, ca el plazo viene açerca, mucho habemos de andar.
Como lo mando mio Çid, asi lo han todos a far.
Pasando va la noche, viniendo la man, a los mediados gallos piensan de cabalgar

Se da por seguro que Rodrigo Díaz de Vivar conociese personalmente a Domingo Manso, abad del monasterio de San Sebastián de Silos, futuro Santo Domingo de Silos. El Cid hizo varias donaciones para el mantenimiento y sustento de los monjes.

La ruta entre Silos y Huerta de Rey me ha parecido muy bonita. Es algo montañosa y discurre entre pinares muy bien cuidados. Los que realicen este trayecto en bicicleta lo tienen muy complicado.

Después de hacer una parada en Peñacoba, para admirar la panorámica que se divisa desde la iglesia de Nuestra Señora del Cerro, enfilo por la senda de Pinarejos…

Andando por estos caminos no es difícil imaginar al Cid y a su mesnada, cabalgando al paso, en larga fila de a dos, en completo silencio, solo roto por los sonidos de hierros y espadas, y por el golpear de los cascos de los caballos contra la piedra. Serios los caballeros, porque nadie ríe, nadie esta alegre cuando el destino es su propio destierro.

No es difícil imaginarlos en vistosos caballos, muy bien decorados al estilo medieval.., o quizá no. Quizá sus ropajes eran grises y oscuros como su destino. ¡Quién puede saberlo!

Probablemente en su pensamiento se repitiera una y otra vez, machaconamente, que nunca habrían de regresar a sus casas.

Polvo, sudor y hierro. Mío Cid cabalga...


Pinarejos

En este punto, e
l Cantar habla de un sitio llamado Spinaz de Can y se cree que se trata de este mismo lugar. Posiblemente fue aquí donde el Cid y los suyos acamparon en el séptimo día de destierro y donde se les unieron más personas.

Cantar:
"Soltaron las riendas piensan de andar. 
Çerca viene el plazo por el reino quitar.
Vino mio Çid yazer a Espinaz de Can.
Otro dia mañana piensa de cabalgar, 
Grandes gentes se le acogian esa noche de todas partes.
Ixiendose va de tierra el Campeador leal,
De siniestro San Esteban, una buena çiudad,
De diestro Alilon las torres, que moros las han"

Es en este lugar donde he conseguido conquistar mi primer castillo. Nada más llegar, viendo que podía hacerme con el, le pongo cerco, y tras un breve asedio rinden la plaza. Se ve que voy cogiendo oficio. No es un castillo muy grande, pero, ¿Qué queréis? Estoy empezando, dadme tiempo... :-)

Dejo la fortaleza asegurada y me dirijo al que será el final de etapa: Huerta de Rey. 

Hoy debo dejar El Camino del Cid, ya que no dispongo de días libres para continuar. Para despedirme hasta la reanudación de este Camino, a primeros del próximo mes, os dejo esta poesía dedicada al Cid, de título “Castilla”, cuyo autor es Manuel Machado.

El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.
El ciego sol, la sed y la fatiga
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga.
Cerrado está el mesón a piedra y lodo.
Nadie responde... Al pomo de la espada
y al cuento de las picas el postigo
va a ceder ¡Quema el sol, el aire abrasa!
A los terribles golpes
de eco ronco, una voz pura, de plata
y de cristal, responde... Hay una niña
muy débil y muy blanca
en el umbral. Es toda
ojos azules, y en los ojos. lágrimas.
Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.
"Buen Cid, pasad. El rey nos dará muerte,
arruinará la casa
y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja...
Idos. El cielo os colme de venturas...
¡En nuestro mal, oh Cid, no ganáis nada!"
Calla la niña y llora sin gemido...
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros,
y una voz inflexible grita: "¡En marcha!"
El ciego sol, la sed y la fatiga...
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga.

Hasta el próximo 1 de Abril

Un abrazo



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